viernes, 31 de agosto de 2018

Aneto!!

Como siempre, la aventura empezó con un mensaje de whatsapp, y como siempre, mi respuesta fue "si" y luego me paré a pensar en lo que había aceptado. Era principios de abril, la propuesta era para subir al Aneto en verano, y rápidamente los integrantes del grupo cuadramos una fecha.
Empiezas a hablar del tema, marcas la fecha en el calendario, y piensas "bueno, aun falta, tengo tiempo para prepararme"... JA! el tiempo, y más en mi ritmo de vida, no existe! Y si además se conjuran los astros para complicarlo más, ya vamos apañados! Lo que debería haber sido unos meses de machacada montañera y ejercico se convirtió en una de las épocas de mi vida más tranquilas y relajadas. Vaya, lo típico, que Murphy hizo de las suyas... 
Y llega la fecha. La equipación: lista y por triplicado! (léase: como no se que será mejor ponerme, me llevo todas las combinaciones posibles :-S), refu reservado, comida, ganas y miedos. Si, porqué el mismo día que hacíamos camino hacia Benasque, les comentaba a mis compis en el coche que venía en muy baja forma (y por orgullo no lo dije, pero pensaba que no podría llegar arriba!). Pero ya estaba, ahora ya estaba ahí, y tocaba subir... y a verlas venir!

4:45 A.M. Suena el despertador y duele... duele mucho... estas horas deberían estar prohibidas. Como zombies pero sin perder tiempo, desayuno, mochila, frontal en la frente y empezamos la marcha! ahora si, ahora esto va en serio! y además tan en serio!!

Salimos de 2150m aprox, y desde el minuto uno se empieza a subir entre piedras y esa va a ser la tónica de toda la subida, en menor o mayor cantidad, pero siempre entre piedras (y ni me imaginaba lo que iba a ser esto en la bajada... #marededeusenyor!). No se si fué la super cena montañera que nos prepararon en el refugio la noche anterior, las ganas locas de aventura o la que era tan temprano que mis neuronas aun dormian y no era conciente de nada, pero la cuestión es que desde el principio me noté muy a gusto subiendo. Ojo, no confundir, el higado por la boca lo sacaba igualmente, pero es ese tipo de esfuerzo que paso a paso vas disfrutando, que ves que el cuerpo va respondiento, y que hace que se te olviden los miedos y el "podré?" de los días anteriores.
El ritmo del grupo es muy dispar, demasiado, así que nos vemos obligados (los de cabeza) a parar muy a menudo para irnos reagrupando y no dejar a nadie atrás. Y así, casi sin darnos cuenta, llega el primer rayo de sol del día y... indescriptible! no podemos más que buscar una roca donde subirnos y embobarnos viendo ese maravilloso espectaculo! Es uno de esos momentos en que todo cobra sentido, en que recuerdas porqué tienes esa necesidad de subir siempre a lo más alto, es cuando notas dentro de ti como te gusta sentirte tan pequeño, y sobre todo, es cuando ves lo maravilloso que es este planeta que a veces parece que nos empeñamos en destruir un día tras otro...

La parada, todo sea dicho, también nos va muy bien para recuperar fuerzas, roer alguna barrita energética, y listos para seguir subiendo, con la mente puesta ya en llegar cruzar el portillón superior. Ahora si que los miedos y dudas se han disipado totalmente, subo con alegría, con ganas (eso si, el hígado hace rato que lo llevo colgando de una bolsita, y ahora ya saco directamente los pulmones), y disfrutando como una loca, mientras me pregunto como he podido estar tanto tiempo sin gozar de este masoquismo?

Las "nenis" terminando de cruzar el portillón :)

Poco después de las 8 ya cruzamos el portillón, y por fin vemos "el otro lado"... ahí está el camino que queda, un trozo más de rocas y nieve, el glaciar enfrente, y los grampones nos esperan! lo mejor de la travesía que nos toca hacer con los grampones va a ser descargar ese pero de la espalda! pués llevarlos en la mochila es una carga que también acaba pasando factura. Estamos casi tocando los 3000mts, y ya tenemos ganas de cruzar esta barrera psicológica!



... y ahí vamós!! 

Aun hacemos un buen tramo sin poner el hierro, los grupos que nos preceden han abierto una buena traza por la que andar, así que con un poco de cuidado podemos avanzar tranquilamente hasta llegar al inicio del glaciar, donde nos encontramos una roca con overbooking de montañeros equipandonos.



Ahora si que ya nos plantamos a los 3000, ver ese número en el altímetro es como una dosis extra de fuerzas y motivación. Y ver la cima tan cerca... perdón, he dicho cerca?? más de dos horas nos quedaban por delante! esa cima que ves, y ves y ves... pero no llega! La mayor parte de este tramo no es cansado, pues se anda por una diagonal donde vas ganando el desnivel lentamente. Luego ya llegará la subida final, pero ahí si que la euforia se encargará de dar las fuerzas que hagan falta. Durante este tramo aseguras los pasos, pues los crampones ayudan, pero no te hacen inmunes a los resbalones, y en mi caso, soy especialista a tropezarme con mis propios pies! o sea que sin prisa, pero sin pausa. El sol está alto, y al estar en plena nieve, el calor aprieta. Eso, sumado a que vamos subiendo hasta buscar los 3400mts de altura hace que el cuerpo se fatigue un poco más de lo normal. Pero por suerte tenemos delante de nuestros ojos un espectaculo que hace que todo esté valiendo la pena, y es que perdonat, pero me siento la reina del mundo ahora mismo, y si no, mirad y juzgad!
El mundo a mis pieeeeeeeeees!

Ahora si que ya llega el momento, llega la subida final antes de llegar al paso de Mahora, una subida corta, con un pronunciado desnivel, aunque la verdad es que se nos magnifica aun más por los 3400mts de altura a los que estamos, por las horas que llevamos andando, y por las ganas de ver la cima! No sabemos como va a ser el famoso paso, pero sabemos que queremos hacerlo, que queremos mirarle a la cara y decirte: te voy a cruzar! queremos ver la cruz al otro lado y ir a por ella tan anchos de orgullo de haber llegado que ni sitio habrá para caber! 
Y así llegamos al paso, y nos da igual la gente que hay esperando, tan poco nos importa de tan emocionados que estamos de haber llegado aquí, que nos lo tomamos con filosifía y aprovechamos para atacar al bocadillo que llevamos en la mochila. Ale, así, como el que para en el parque a merendar. Anda que no!

Esperando!
Pues eso, un bocadillo de alturas! lástima que no me subí una cervecita...